EL DRAGÓN CHINO Y LA DRAGONA
Sensacional pareja de luchadores, El Dragón Chino y su
ayudante La Dragona, quien era la que le pasaba las sustancias que el le
lanzaba o colocaba a sus contrincantes. Sustancias mágicas que no eran más que
mentol chino, el cual se lo untaba en los dedos y se lo frotaba en los ojos a
sus opositores en el ring. La pareja más odiada del momento y las mujer más
odiada por el público.
Esta pareja surge al unirse las 2 empresas de la lucha libre
más importantes.
La estranguladora del Dragón Chino, aplicada luego de las
sustancias mágicas y molerlos a golpes, era su llave preferida para finalizar
la pelea.
Invitamos a todos aquellos que deseen utilizar las imágenes no olvidar aportar los créditos a nuestro blog. el esfuerzo es mutuo. Muchas Gracias.
Hablar del Dragón Chino y de la Dragona significa para mi evocar un momento de nuestra adolescencia (la mía y la de mi hermano), cuando todos los Domingos por la noche, al lado de papá, nos sentábamos frente al televisor a ver la lucha libre. Cuando llegaba "la estelar de la noche", ya teníamos sobre la mesita del recibo una tremenda jarra de Toddy bien frío. La cámara enfocaba un corredor por donde aparecía el contrincante del Dragón, parte del público lo aplaudía otros lo pitaban. Pero la excitación subía al máximo cuando hacía su aparición el Dragón Chino acompañado de la Dragona, envuelta la pareja en un halo de misterio...chino, que nos hacía presentir una maldad oculta que pronto se desataría sobre el rival de turno. Esta era
ResponderEliminarmi fantasía y tal vez la de muchos otros televidentes. Por supuesto que mi hermano y yo "ibamos" al Dragón Chino. En cambio mi papá siempre admiró el "trabajo de los técnicos". Finalizados los dos primeros rounds, nos bebíamos íntegramente la jarra de Toddy y ansiábamos que en el tercer y último asalto el Dragón Chino llevara para su esquina al rival y allí la Dragona hiciera el trabajo sucio de frotar en los ojos de aquel desventurado, la misteriosa sustancia china. Realizada la maldad, la victima corría por el ring ciego y enloquecido, momento que aprovechaba el Dragón para descargar todas sus malignas artes y acabar ganando el combate. Mientras veíamos esta escena hacíamos comentarios en voz alta en los que le "pedíamos" al Dragón Chino que le partiera una silla al rival en su cabeza, que, si por casualidad era Bernardino La Marca, nuestro criminal deseo se potenciaba. Muchas veces el Dragón Chino y la Dragona "complacieron" nuestras peticiones. Al final, mi papá se levantaba de su butaca disgustado con el espectáculo, con la pareja china y con nosotros sus hijos queridos que él no sabía de dónde habíamos sacado tanto odio y maldad. Tal vez el Dragón Chino en algún momento, alguien que lo conozca, le comentará este relato, que acompaño con un saludo de agradecimiento a él y a la Dragona por brindarnos emoción al máximo en aquellos tiempos. Hoy en día le digo a la memoria de mi padre: "Dígame si te tocara ver una de las películas de Tarantino. Que Dios bendiga la Luz donde te encuentras papá". José Sánchez. Caracas. Marzo 2017.